Mercados de Navidad en Alsacia: guía para elegir tu viaje
Viajar a los mercados de Navidad de Alsacia: dónde ir y por qué
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Magia navideña, pueblos de cuento y precios aún humanos
Estamos en diciembre de 2025, en Alsacia, y los mercados de Navidad de Alsacia siguen siendo, para mí, el corazón del espíritu navideño europeo: más de cien mercados repartidos entre Estrasburgo, Colmar y pueblos como Riquewihr o Eguisheim, donde lo importante no es comprar más, sino sentir más y elegir bien dónde ir y cuándo.
¿Por qué Alsacia enamora cuando llega la Navidad?
La primera vez que piso Estrasburgo en Adviento, el frío me muerde las mejillas y el olor a vin chaud me agarra de la bufanda y me arrastra, sin preguntar, hacia las casetas. Alsacia funciona así: no te invita, te secuestra amablemente.
Esta esquina entre Francia y Alemania lleva siglos jugando a dos bandos: idioma alemán por aquí, arquitectura francesa por allá, viñedos por todas partes… y, en medio, una Navidad que no parece de catálogo, sino de familia grande y ruidosa.
La historia arranca fuerte. En la Edad Media el gran protagonista era el mercado de San Nicolás, el Klausenmarkt, junto a la catedral de Estrasburgo. Pero en 1525 la ciudad se vuelve protestante y, en 1570, un pastor —Johannes Flinner, con más carácter que diplomacia— sube al púlpito y carga contra los santos. El resultado: adiós mercado de San Nicolás, hola Christkindelsmärik, el mercado del Niño Jesús.
A partir de ahí cambia todo: el que trae los regalos ya no es San Nicolás, sino el Christkindel, esa figura medio etérea, medio teatral, una joven vestida de ángel con corona de cuatro velas. Y así, sin saberlo, Estrasburgo firma el acta de nacimiento de uno de los mercados de Navidad más influyentes de Europa.
De feria mercantil a parque de experiencias navideñas
Durante siglos, los mercados alsacianos son algo sencillo: artesanos, juguetes de madera, galletas, adornos tallados. Sin influencers, sin hashtags. Solo intercambio directo: «Yo hago esto con mis manos, tú te lo llevas a tu casa».
Con el tiempo, aquello se transforma. Llega el siglo XIX, llegan los cortadores de galletas metálicos a las cocinas alsacianas, y las ferias empiezan a convertirse en lo que hoy conocemos: experiencias completas con gastronomía, luces, música, espectáculos y, sobre todo, identidad.
Hoy se cuentan entre 100 y 120 mercados de Navidad en toda Alsacia. Desde el mastodonte de Estrasburgo, con más de 300 casetas, hasta pueblos como Turckheim o Eguisheim, que apenas pasan de la treintena. Pero todos repiten la misma idea: menos postureo, más autenticidad.
“La Navidad es cuando un pueblo entero decide, por un mes, seguir siendo niño.”
Estrasburgo: cuando la ciudad se convierte en escenario
El gran abeto de la Place Kléber: el corazón luminiscente
Entro en la Place Kléber y me quedo literalmente parado. Delante, un abeto de unos 30 metros y 11 toneladas plantado en medio de la plaza como si hubiera decidido crecer ahí desde siempre. En realidad viene de los bosques de los Vosgos, elegido meses antes por la Oficina Nacional Forestal y mimado al milímetro por la directora artística Antoinette Pflimlin.
Lo adornan con unos 7 kilómetros de luces, ángeles, bolas, estrellas… Cada año eligen un tema; en 2025 fue “Au Clair de Lune”: esferas de cristal azul intenso, fabricadas para la ocasión por las Cristallerías de Saint Louis, que parecen gotas de noche colgando de las ramas.
Entre las 16:00 y las 21:00, cada hora, el árbol se despierta: juego de luces, música, murmullos, móviles grabando. Y ahí estás tú, con tu vaso de vin chaud, sintiendo que de repente tienes ocho años otra vez.
Christkindelsmärik: el mercado original
El mercado histórico se instala en la Place Broglie, frente a la Ópera, desde 1870. Aquí es donde todo empezó, y se nota. Más de 300 casetas de madera, apretadas, vibrantes, vendiendo adornos navideños, figuras de belén, juguetes, guirnaldas, y el omnipresente vin chaud que huele a canela, clavo y naranja.
Las bolas de Meisenthal, sopladas a mano desde 1858, me parecen casi objetos de culto. Cada una tiene esa imperfección perfecta que solo da el trabajo manual. Las miras y piensas: “Esto no es decoración, es memoria encapsulada.”
Las 12 plazas que convierten Estrasburgo en calendario de Adviento
Estrasburgo no tiene “un mercado”. Tiene trece, distribuidos por la Grande Île, cada uno con su personalidad:
La Place de la Cathédrale, con la catedral gótica presidiendo y ángeles luminosos colgando sobre la Rue Mercière.
La Place Gutenberg, guardada por un árbol azul de unos 10 metros.
La Rue du Vieux-Marché-aux-Poissons, donde atraviesas la Porte des Lumières flanqueada por dos osos y entras oficialmente en la “Capitale de Noël”.
El barrio de Petite France, una postal acuática: canales, fachadas entramadas reflejándose en el agua, destellos dorados al caer la tarde.
Caminar por Estrasburgo en diciembre es como moverse dentro de un calendario de Adviento gigante: cada esquina es una ventanita que se abre y saca algo nuevo—un belén animado, una vitrina hipnótica en la Pâtisserie Christian, una calle entera colonizada por osos blancos colgando de las fachadas.
By Johnny Zuri
“En Estrasburgo no haces turismo: te conviertes en extra de una película que se rueda cada diciembre desde hace cinco siglos.”
Los pueblos de Alsacia: donde el decorado se vuelve íntimo
Riquewihr: el pueblo que parece dibujado a acuarela
Riquewihr es ese pueblo que, si lo ves en una foto, piensas que está retocado. Murallas medievales, viñedos en terrazas, casas de madera de los siglos XVI y XVII pintadas en amarillo, rosa, verde, azul… todo tan perfecto que raya lo sospechoso.
El mercado se concentra en la Place Fernand Zeyer y se extiende por la Rue des Remparts. Unas 40 casetas de artesanía, vino alsaciano (estás sobre la Ruta del Vino, y se nota) y productos gourmet. Pero lo verdaderamente brutal es la Rue du Général de Gaulle, la arteria principal. Cada fachada compite por la decoración más desatada: osos de peluche gigantes, pan de jengibre tamaño humano, guirnaldas desbordadas.
La práctica: el mercado abre del 28 de noviembre al 21 de diciembre, todos los días, más horas los viernes y fines de semana. Consejo de supervivencia: vete de lunes a jueves. Los sábados aquello parece la línea 1 del metro a las 8:30.
Colmar: seis mercados, una sola postal perfecta
Colmar es la niña bonita de Alsacia. Canales de la Petite Venise, casas de colores reflejadas en el agua, puentecitos medievales. En Navidad, la ciudad se multiplica en cinco o seis mercados temáticos:
Marché Gourmand (Place de la Cathédrale): cocina en serio, no solo snacks. Risotto de trufa, sopa de castañas, ostras… con demostraciones en vivo.
Marché de l’Enfant Jésus (Place des Dominicains): talleres, cuentos, dulces. Si tienes niños, aquí vas a repetir.
Place Jeanne d’Arc: productos regionales y artesanía clásica.
Koïfhus (Place de l’Ancienne Douane): vinos y especialidades alsacianas.
Artisans d’Art (Rue des Tanneurs): cerámica, joyería, escultura, pan de jengibre decorado hasta el límite de lo comestible.
El mercado abre aproximadamente del 25 de noviembre al 29 de diciembre, algunos puestos incluso hasta primeros de enero. En la Place Rapp, una noria iluminada te regala la vista panorámica del casco antiguo encendido.
Turckheim: el pueblo de los duendes
Turckheim es más pequeño, pero tiene personalidad de sobra: aquí manda el Marché de Noël des Lutins, el mercado de los duendes. Las casetas parecen casitas de cuento, con formas caprichosas y colores intensos; la estética no es “bonita”, es directamente juguetona.
Su estrella: el Calendario de Adviento gigante en la plaza de la iglesia. Cada día, a las 17:00, niños y adultos disfrazados de época abren una ventana que muestra una escena diferente. Es ingenuo, teatral y tremendamente efectivo.
Abre del 28 de noviembre al 30 de diciembre (cerrado el 25), con ambiente especial los sábados y actividades como la ronda del Sereno o conciertos de Adviento.
Kaysersberg: menos fotos, más verdad
Kaysersberg fue ciudad imperial y vio nacer a Albert Schweitzer, premio Nobel de la Paz. Hoy es un sinónimo de autenticidad navideña: el ayuntamiento selecciona unos 30 artesanos y prioriza la calidad por encima de la cantidad.
Los puestos se reparten entre el patio del Arsenal y la parte trasera de la iglesia de Sainte-Croix. Cerámica, figuras de belén, vidrio soplado, juguetes de madera, textiles… todo huele a taller, no a importación masiva. El mercado solo abre los fines de semana de Adviento, de viernes a domingo.
Y luego está el castillo, al que se llega por un camino entre viñedos. Son unos 122 peldaños, pero desde arriba ves el valle, los viñedos y, en días claros, la Selva Negra alemana. Subes por la foto, bajas con otra perspectiva.
Eguisheim: el pueblo circular que te abraza
Eguisheim tiene algo rarísimo: su trazado en círculos concéntricos alrededor del castillo. Caminas por la Rue des Remparts y sientes que el pueblo te rodea, literalmente.
En Navidad, luce el sello “Villes et Villages de Noël” por la autenticidad de su patrimonio. Unos 30 artesanos seleccionados, animación musical por las calles, pequeños belenes incrustados en las esquinas… Aquí el mercado es casi una excusa para perderte de vuelta en vuelta.
El mercado funciona del 28 al 30 de diciembre, con horario extendido los fines de semana y cerrado los días 24, 25 y 26. Entre medias hay rondas del Sereno, búsquedas del tesoro, paseos musicales y conciertos.
“En Eguisheim no haces cola para un puesto: haces círculo alrededor de ti mismo.”
¿Cómo organizar un viaje a los mercados de Navidad de Alsacia?
¿Cuándo ir… sin morir aplastado entre bufandas?
Lo habitual: los mercados abren el último fin de semana de noviembre y cierran el 24 de diciembre, aunque algunos —como Estrasburgo o Colmar— se alargan casi hasta fin de año. Pueblos como Kaysersberg solo abren fines de semana; Ribeauvillé, los dos primeros fines de semana de diciembre.
Mi fórmula favorita: mediados de diciembre, de lunes a jueves. Tienes ambiente, luces y animación, pero puedes caminar sin ir en formación compacta. Llegar temprano por la mañana también ayuda a encontrarte las casetas despertando, con el olor a pan y café al fondo.
Temperaturas típicas: 0–2 °C, con posibilidades de nieve. Capas de ropa, gorro, guantes y calzado impermeable. Los mercados son al aire libre y el frío entra por los pies antes que por el alma.
Cómo llego y cómo me muevo
Desde París: TGV desde Gare de l’Est o Charles de Gaulle hasta Estrasburgo en unas 1h45–1h50.
Desde Frankfurt o Basilea: trenes directos relativamente rápidos a Estrasburgo o Colmar.
Aeropuertos cercanos: Estrasburgo (SXB) y Basilea (BSL).
Entre Estrasburgo y Colmar, los trenes TER pasan cada poco, el trayecto dura unos 30 minutos y no necesitas reservar.
Para los pueblos, tres opciones:
Navettes de Noël desde Colmar a Kaysersberg, Riquewihr, Ribeauvillé, Eguisheim, Turckheim, Munster. Funcionan viernes a domingo, con reserva online obligatoria y plazas limitadas.
Park & Ride en sitios como Bergheim (Naturoparc) para acceder a Riquewihr: pagas por vehículo e incluye el transporte de todos los ocupantes.
Coche de alquiler, que da libertad para horarios pero se complica con las restricciones de tráfico y el aparcamiento los fines de semana.
Y si eres de los que prefieren no pensar: hay tours organizados desde Estrasburgo o Colmar que te llevan de pueblo en pueblo sin más preocupación que no perder al guía.
¿Merece la pena Alsacia en Navidad? (y cómo elegimos)
Cómo elegimos (metodología)
Para ordenar y recomendar los mercados de Navidad de Alsacia me fijo en:
Autenticidad: peso enorme. Prefiero pocos puestos y locales a cien copias del mismo llavero.
Historia y tradición: años de mercado, costumbres vivas (calendarios de Adviento, rondas del Sereno, Christkindel…).
Ambiente y decoración: no solo luces, sino coherencia, cariño y capacidad de sorprender calle a calle.
Gastronomía: vin chaud, bredele, tarte flambée, productos locales de verdad.
Accesibilidad: si puedes llegar fácil en tren o lanzadera, suma puntos.
Apto para familias: actividades para niños, seguridad, manejabilidad del pueblo o ciudad.
Les doy más peso a la autenticidad y a la atmósfera que al tamaño. No gana el más grande, gana el más alma-tiene.
Los 7 mercados de Navidad de Alsacia que pondría en tu ruta
Estrasburgo – Mejor para: sentir la “Capital de la Navidad” en mayúsculas; Por qué sí: historia desde 1570, el Grand Sapin de 30 metros, trece mercados diferenciados, atmósfera de gran ciudad navideña; Enlace / referencia: turismo de Estrasburgo – Ver precio hoy.
Colmar – Mejor para: combinar foto perfecta y gastronomía; Por qué sí: seis mercados temáticos, noria en Place Rapp, Marché Gourmand con cocina de verdad, Petite Venise de postal; Enlace / referencia: turismo de Colmar – Ver precio hoy.
Riquewihr – Mejor para: callejear entre fachadas desatadas; Por qué sí: pueblo fortificado rodeado de viñedos, decoraciones exageradas en Rue du Général de Gaulle, buen vino en cada esquina; Enlace / referencia: oficina de turismo de Riquewihr – Ver precio hoy.
Kaysersberg – Mejor para: amantes de lo auténtico y lo artesanal; Por qué sí: selección estricta de artesanos, solo fines de semana de Adviento, subida al castillo con vistas de viñedos y Selva Negra; Enlace / referencia: turismo de Kaysersberg – Ver precio hoy.
Eguisheim – Mejor para: pasear despacio en un decorado circular; Por qué sí: trazado en anillos, sello de “Villes et Villages de Noël”, pequeños belenes por las callejuelas, ambiente íntimo; Enlace / referencia: turismo de Eguisheim – Ver precio hoy.
Turckheim – Mejor para: ir con niños y dejarse llevar por los duendes; Por qué sí: mercado de los lutins, calendario de Adviento gigante, ronda del Sereno; Enlace / referencia: turismo de Turckheim – Ver precio hoy.
Ribeauvillé – Mejor para: un toque más medieval; Por qué sí: mercado menos masivo, ambientación histórica, suele concentrarse en dos fines de semana muy intensos; Enlace / referencia: oficina de turismo de Ribeauvillé – Ver precio hoy.
By Johnny Zuri
“Si solo vas a un mercado, ve a Estrasburgo; si quieres entender el alma de Alsacia, quédate al menos una noche en un pueblo pequeño.”
Comer y beber en los mercados de Navidad de Alsacia
Vin chaud: calefacción líquida
El vin chaud está en todas partes. Vino tinto frutal (tipo Merlot), zumo de naranja, azúcar moreno, canela, clavo, anís estrellado, cardamomo y, a veces, un toque de Armagnac o Grand Marnier. Se calienta sin hervir, para que no se amargue ni pierda el alma.
Se sirve en vasitos decorados de usar y tirar —aquí no hay tradición de tazas coleccionables como en Alemania— y suele costar entre 2 y 3 euros. Barato para lo que te da: calor en manos, en estómago y en moral.
Bredele: galletas que son cartas familiares
Los bredele son esas galletas que cada familia alsaciana considera “las auténticas”, y todas son diferentes. Estrellas, abetos, corazones; sabores de canela, limón, miel, almendra, anís, coco, nuez, chocolate… Las springerle, con relieve y aroma a anís, son de las más antiguas.
En Colmar, la pastelera Marketa Macudova diseña casitas de pan de jengibre tan delicadas que te lo piensas dos veces antes de morder. Luego las muerdes igual.
Tarte flambée y otras tentaciones
La tarte flambée, o Flammekueche, es la pizza alsaciana: base fina, crème fraîche, cebolla y lardons. Al horno muy caliente hasta que los bordes se chamuscan con elegancia. Hay versiones con queso Gruyère, con champiñones o con Munster.
La encuentras en restaurantes emblemáticos de Colmar como Aux Armes de Colmar, Au Koïfhus o La Soï, y en algunos puestos de mercado. Es barata, contundente y comparte bien.
Y a su alrededor, un ejército de clásicos:
Mannele: brioche con forma de hombrecito, típico del 6 de diciembre.
Kougelhopf: bizcocho en corona con pasas al kirsch y almendras.
Pain d’épices: pan de especias con miel y a veces frutas secas.
Marrons grillés: castañas que perfuman esquinas.
Grumbeerekiechle: tortitas de patata fritas, crujientes por fuera, tiernas por dentro.
Foie gras alsaciano: nacido en Estrasburgo en el siglo XVIII, estrella de las mesas navideñas.
Munster: el queso AOC de Alsacia, blando y con carácter.
“Si en Alsacia no pruebas el vin chaud y los bredele, no has ido: solo has pasado.”
Dónde comprar recuerdos de Alsacia hoy
Si vas con maleta de cabina, cuidado: esto engancha.
Bolas de Meisenthal: piezas de cristal sopladas a mano desde 1858, con tonos intensos tipo joya.
Bredele en cajas surtidas: perfectos para regalar (si llegan intactos).
Vino alsaciano: Gewürztraminer aromático, Riesling mineral, Pinot Gris o Pinot Noir ligeros.
Vasos de vino alsaciano: anchos, con tallo verde, pensados para realzar aromas y color.
Chocolate Schaal en las afueras de Estrasburgo: dragées y otros dulces vestidos de domingo.
Artesanía local: juguetes de madera, cerámica, figuras de belén, joyería pequeña pero con historia.
Lo que hace distintos a los mercados de Alsacia
Comparados con muchos mercados alemanes, en Alsacia notarás dos cosas:
No hay tanta cultura de comida contundente en los propios puestos. Para sobredosis de salchichas y platos gigantes, toca ir a restaurante.
La decoración va a otro nivel. Fachadas literalmente disfrazadas, calles convertidas en túneles de luz, balcones que parecen vitrinas teatrales.
Y luego está la autenticidad: los ayuntamientos se esfuerzan en priorizar artesanos locales y productos regionales frente a la lógica de “todo a un euro pero navideño”. Se nota en la conversación con los vendedores, en los apellidos repetidos en distintas generaciones, en las recetas que vienen de la abuela y no de un Excel.
By Johnny Zuri
“Alsacia demuestra que la Navidad no es un decorado: es una excusa para que un pueblo entero recuerde quién es.”
Preguntas frecuentes sobre los mercados de Navidad de Alsacia
¿Cuántos días necesito para ver los mercados de Navidad de Alsacia?
Con 3 días puedes combinar Estrasburgo y Colmar. Con 4–5 días añades al menos dos pueblos (Riquewihr, Kaysersberg, Eguisheim o Turckheim) sin ir a la carrera.
¿Es posible moverse sin coche entre los mercados?
Sí. Con tren entre Estrasburgo y Colmar y las Navettes de Noël desde Colmar llegas a muchos pueblos. Eso sí, revisa fechas y reserva lanzaderas, porque suelen llenarse.
¿Cuál es el mejor mercado para ir con niños?
Colmar (por sus mercados infantiles y la noria), Turckheim (por el calendario de Adviento gigante) y Eguisheim (por su tamaño manejable y ambiente tranquilo) son apuestas seguras.
¿Los precios son muy altos en los mercados de Navidad de Alsacia?
El vin chaud ronda los 2–3 €. Comer en puesto es razonable; los restaurantes pueden variar, pero no estás al nivel de las capitales más caras. Alojarse en Estrasburgo o Colmar en diciembre sí exige reservar con tiempo y comparar.
¿Hay nieve garantizada en diciembre?
No. Puede nevar, pero no es seguro. Lo que sí está garantizado es el frío húmedo, así que ropa en capas y calzado impermeable son clave.
¿Es mejor alojarse en Estrasburgo, Colmar o en un pueblo?
Si es tu primera vez, Estrasburgo o Colmar te dan mejor base de transporte. Si repites, una o dos noches en un pueblo como Riquewihr, Kaysersberg o Eguisheim hacen que sientas los mercados después de que se marchan los autobuses.
¿Vale realmente la pena viajar a Alsacia en Navidad?
Si solo pudieras elegir un destino navideño europeo, Alsacia es un candidato muy serio: tradición real, pueblos de cuento, precios aún razonables y una forma de entender la Navidad como algo compartido, más humano que comercial.
Y ahora la pregunta incómoda: ¿qué parte de esa magia vas a intentar llevarte a casa? ¿La decoración exagerada, el olor a especias, la calma de un pueblo iluminado… o, simplemente, esa forma tan alsaciana de recordar que la Navidad no se compra, se vive juntos?

